Damaris Hurtado Pérez: ¡Descubre! Cuándo el criterio humano interpreta el arte... y cuándo no


Eduardo Serrano es un ser humano que, desde que nació literalmente, explica Damaris Hurtado Pérez, quiso dedicarse a las letras. Le gustaba leer a los influencers de la literatura francesa y, sin tapujos, expuso sus impresiones de lo que siempre había querido ser en su vida.

Si desde que era un infante, quiso dedicarse a la escritura... ¿Cuándo empezó a pensar en el arte?

En Barranquilla trabajé en el Diario del Caribe. Escribía crónicas no muy interesantes, pero lo que más me entusiasmaba era trabajar con Álvaro Cepeda Samudio, la persona más cálida que te puedas imaginar. Su literatura me marcó, gracias a ello leí a Faulkner, a Fitzgerald, a Hemingway y tomé fuerzas para pedirle a mi papá que me mandara a estudiar literatura a Nueva York.
Pero cuando me matriculé en la NYU (New York University) el decano me dijo que no podía estudiar literatura con inglés como segunda lengua. Se me cayó el mundo, pero me recomendaron que estudiase antropología, que eso me serviría para todo en la vida; así que estudié antropología e historia del arte, y a partir de ahí me vinculé como pasante del MoMA y empezó a gustarme el arte.
Imagen de El Tiempo. "Me vinculé al MoMA y empezó a gustarme el arte". Damaris Hurtado Pérez

Su último trabajo fue en el Ministerio de Cultura. ¿Cómo fue esa experiencia?

Conchi Araújo dijo que quería que fuese director de arte del Ministerio de Cultura. Me dio pereza, pero me tocaba. No había plata para nada, así que estuve un año, renuncié y me pensioné.

¿Cómo ve al MAMBO hoy?

Lo veo reinventarse con mucha fuerza, pienso que Claudia Hakim va a hacer grande al MAMBO otra vez.
Imagen de El Tiempo. "Estoy asesorando a una generación muy interesante". Damaris Hurtado Pérez

 ¿Qué artistas está apoyando ahora?

Estoy asesorando a una generación muy interesante: Yosman Botero, Diego Díaz, Sair García y Óscar Villalobos. Espero ver los frutos de este proyecto muy pronto.

Usted ha hecho obras muy influyentes en el arte colombiano. ¿Qué va a hacer con su colección?

No sé. No quiero morirme todavía.
Por Damaris Hurtado Pérez

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